PorMar Calvo

17 Sep, 2018 - 11:00

¿Cómo actuar ante las convulsiones febriles?

PorMar Calvo

17 Sep, 2018 - 11:00

Las convulsiones febriles son una respuesta cerebral ante la fiebre alta. El niño sufre movimientos musculares anormales y repetitivos y puede llegar a perder la conciencia.

Cuando los niños pequeños tienen mucha fiebre, puede ocurrir que sufran convulsiones febriles. Suelen empezar con movimientos musculares anormales y repetitivos y llegar a perder la conciencia. Esto asusta mucho a los padres, pero la buena noticia es que no suelen provocar secuelas.

Las convulsiones febriles son una respuesta cerebral ante la fiebre alta que afecta, generalmente, a niños de entre 6 meses y 5 años (más frecuentemente entre los 12 y los 18 meses). Suelen durar unos pocos minutos y aparecen, normalmente, durante los dos primeros días de fiebre.

¿A quién afecta las convulsiones febriles?

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Si se tienen en cuenta las estadísticas, las convulsiones febriles son bastante frecuentes, pues afectan a entre el 3% y el 5% de los niños. De ellos, una tercera parte volverá a sufrir un episodio similar y el 15%, más de uno.

Tienen más probabilidades de sufrir más de una crisis quienes tienen antecedentes familiares y los que sufrieron la primera convulsión antes de cumplir su primer año.

También se sabe que las convulsiones febriles son más frecuentes en los niños que en las niñas y que la mitad de los pacientes tienen familiares que sufrieron estas crisis. Es más, ya se han logrado identificar varias mutaciones en diferentes genes relacionadas con una mayor predisposición a sufrir estas convulsiones febriles.

Causas de las convulsiones febriles

Si bien estas convulsiones se dan con temperaturas superiores a los 38ºC, las causas exactas se desconocen. Cualquier infección vírica de las vías respiratorias altas o las infecciones bacterianas del aparato respiratorio, digestivo y genitourinario puede provocarlas. Estas pueden ir desde unas anginas o una gastroenteritis, por poner algunos ejemplos.

También los exantemas súbitos y ciertas vacunas (la de la tosferina y del sarampión, sobre todo) pueden provocar estas crisis.

Síntomas de las convulsiones febriles

En ocasiones, las convulsiones son el primer signo que indica que el niño tiene fiebre. Estos episodios vienen acompañados de una serie de síntomas:

  • Pérdida de conciencia.
  • Cuerpo rígido o completamente flácido.
  • Sacudidas rítmicas de brazos, cabeza, tronco y piernas.
  • Ausencia total de movimientos.
  • Boca amoratada y cerrada con mucha fuerza.
  • Ojos en blanco.
  • Mirada perdida.
  • Vómitos.
  • Pérdida del control de los esfínteres.

¿Qué hacer ante un episodio de convulsiones febriles?

Lo más normal es que estas convulsiones duren menos de 5 minutos y se solucionen solas. No obstante, es importante que los padres mantengan la calma para que puedan seguir el protocolo indicado para estos casos:

1. Tumbar al niño de lado para que respire mejor.

2. Apartar cualquier objeto con el que pueda golpearse.

3. No coger, sacudir o golpear al niño ni tratar de detener los movimientos.

4. No meterle los dedos en la boca.

5. No intentar darle un baño para bajarle la fiebre.

6. No tratar de darle medicación para bajar la fiebre en ese momento.

7. En cuanto pasen las convulsiones, llevar al niño al hospital más cercano para que lo vea un médico y valore su situación.

Si ves que tu hijo vuelve a tener una convulsión febril, es importante que acudas de nuevo a urgencias. Del mismo modo, debes acudir inmediatamente al hospital cuando la convulsión dura más de 15 minutos, si el niño tiene dificultad para respirar, si su rostro cambia de color, si notas que solo mueve un lado del cuerpo, si ves que está adormilado, si se muestra más irritable de lo normal, si vomita o si se queja de un fuerte dolor de cabeza.

¿Dejan secuelas las convulsiones febriles?

Aunque estos episodios suelen aterrorizar a los padres, la parte buena es que no suelen dejar secuelas. No dejan daño cerebral, ni problemas en el aparato locomotor, ni causan epilepsia en el 95% de los casos. De hecho, muchos niños ni siquiera necesitan seguir ningún tratamiento.

Tampoco hay ningún tratamiento que evite que se produzcan, al menos ninguno que no cause controversia.

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